No exagero si digo que hace tiempo mi propia terapeuta me sugirió que asumiera que mi vida no era demasiado normal, a juzgar por los acontecimientos que le relataba en cada consulta, muchas de ellos propios de un guión de Almodóvar. Pero ya no soy la que era; y no sólo eso, sino que si me paro a pensar, me doy cuenta de que mi vida es prácticamente la misma desde hace unos 4 ó 5 años: sigo soltera, viviendo en la misma casa, con mi perro, en el mismo trabajo, y con las mismas metas importantes y similares quebraderos de cabeza. El cambio más extremo durante este año ha sido el del colchón. Toda una locura.
Sin embargo observo que mi entorno está experimentando unos cambios radicales o acontecimientos vitales que me convierten ahora en la aburrida del grupo, yo, que era la que entretenía siempre a los amigos con mis historietas. Pues ahora tengo una amiga que se ha convertido al Islam con todo lo que ello implica, otra que en vez de entregarse a la voluntad de Alá lo ha hecho al bollerismo y no quiere más que seguir probando las delicias del pescado, una que ha parido mellizas formando una pequeña familia numerosa, otra que espera para marzo el nacimiento de su primera hija, un amigo que lo deja todo y se muda al extranjero por amor, otra que por desamor se viene a Madrid a empezar una nueva vida, y otro que después de irse fuera, decide regresar porque se ha dado cuenta de que aquí está mejor que en cualquier lado.
Me dio bajón pensar que ya no soy yo la que trae a las reuniones las historias más excitantes. Pero como no podía ser de otra manera, han sido las humedades que padezco en casa, las que han venido a revolucionarme la vida, rompiendo mi monotonía y volviéndome a convertir en la más molona del grupo. Y no me refiero al hecho de que una simple gotera implique una obra que parece la de El Escorial en tiempo y forma, con un trasiego de carpinteros, albañiles, fontaneros, peritos o pintores que además me tiene castigada sin siesta desde hace días, sino porque a raíz de todo eso, he descubierto que tengo un fenómeno paranormal en casa. Tal cual.
Tengo que decir que hace tiempo ya hubo un fenómeno paranormal ligado a mi vida: me echaron de un trabajo supuestamente por hacer espiritismo y levitar. “Portando una vela y un tablero de ouija se encerró en el almacén (…) y tras permanecer más de una hora con la puerta atrancada haciendo caso omiso a las llamadas de sus compañeros que le pedían que se reincorporase a su puesto, salió con aspecto de levitación y sonambulismo (…)”. Esas eran algunas de las palabras escritas en la carta de despido. Sobra decir que no era más que una historia rocambolesca que se inventó uno de mis jefes para hacer desaparecer mi departamento, que fue convenientemente denunciada posteriormente y por la que me indemnizaron; pero mi madre no fue la única que sabiendo todo lo que me iba la brujería y esa parafernalia, se planteó si pudiera ser verdad lo que decía esa carta.
- Pero madre, ¿tú me ves a mí haciendo levitar 75 kilos de peso? – contesté a su insinuación.
Sí, por entonces además de ser una friki y estar gorda, era una veinteañera inocente que creyó que tal argucia aparecería reflejada en mi vida laboral, constando que de tal a tal fecha había estado en la empresa X de la que acabé siendo despedida por bruja, y a ver quién querría contratarme entonces, ¡sin ser yo nada de eso!
El caso es que el fenómeno que vivo ahora es real y varios ojos ya han sido testigos: sobre el yeso que dejaron los albañiles en la pared, tras cubrir el agujero que hicieron para averiguar cuál era el origen de la gotera, están apareciendo caras, algo muy parecido a las “Caras de Bélmez”, ese fenómeno paranormal considerado como el más importante del siglo XX y que revolucionó España a principios de los 70. Este es el escalofriante documento:
Tras fotografiar la cara, la envié al grupo de Whatsapp que tengo con mi madre y mi hermana. Su respuesta, que podéis ver en la imagen de la derecha, no tiene precio.
Mientras, entre mis amigas se originó un debate entre si se trataba de el abuelo de Heidi, Dios, Jesucristo, Papá Noel o el Rey Melchor, pero al menos todas coincidían en que es una cara agradable y que no da demasiado miedo. Aún así, una amiga que planeaba venir a visitarme y que es un poco cagueta, decía que se iba a traer agua bendita por si acaso, ya que por fuerza tendría que verle la cara del señor barbudo que preside mi salón (porque hasta que no se seque la pared, no puede venir el pintor a cubrirla), y aún no sabíamos cuáles eran sus intenciones.
- Igual es el espíritu de la Navidad – decía otra. Pues bien, de aquí a que se seque la pared, por mí como si se aparecen más caras y forman el Portal de Belén, que así ya tengo decoración navideña, pero espíritus no quiero en casa. Esta misma amiga, por cierto, me preguntó hace tiempo muy seria si mi perro veía fantasmas, porque de vez en cuando le observaba cómo se quedaba con la mirada fija en un punto durante mucho tiempo. Y mira a ver si va a tener razón y el perro detecta la presencia de otros entes. Ya decía yo que no me parecía muy normal que del hueco que abrieron, llegara el albañil a sacar azulejos vintage, bolsas de plástico y hasta una escobilla de baño. Me impactó que pudiera haber tantos tesoros entre las paredes de mi piso y las del vecino; y por supuesto se me pasó por la cabeza que igual si seguían hurgando aparecía un cadáver emparedado. Eso lo explicaría todo.
A ver si la teleplastia ésta es la manifestación del espíritu del que en vida fuera dueño de los huesos que quizá están atrapados en el hueco de la pared del salón. El sueño de mi vida siempre ha sido tener a un barbudo estupendo en mi casa noche y día, sí, pero oigan, que esta no era exactamente la idea.
Entonces varias amigas están convencidas de que tengo que llamar a Iker Jiménez de “Cuarto Milenio” para que investigue todo esto, y les he pedido que por favor me avisen no sea que me pillen las cámaras sin estar arreglada, aunque pensándolo mejor, supongo que para este tipo de testimonios, es una mujer con aspecto desaliñado y con la bata de guatiné lo que le da credibilidad y calidad a la historia. Que si el Ayuntamiento de Bélmez consiguió que la UE y la Diputación de Jaén le financiase un centro de investigación, a ver si me da a mí por lo menos para redecorar el salón.