viernes, 18 de enero de 2013

La lista de la compra

Hace años, hubo un momento en el que mi vida social se había reducido drásticamente, mis amigos evolucionaban en una dirección que no me motivaba y a la inversa, y mi vida sentimental digamos que brillaba por su ausencia. Mientras, mi madre -viuda desde hacía casi dos décadas- salía cada fin de semana, y reconozco que fue frustrante el hecho de que se hubieran cambiado nuestros roles y fuese yo la que la despidiera con un “ten cuidado con lo que haces, pásalo bien”, para después empijamarme y ahogar mi soledad en una tarrina de helado a lo Bridget Jones. Mi madre estaba ligando por internet, y entre otras cosas, me contaba los sitios estupendos donde los hombres la llevaban y la invitaban, porque ellos siempre pagan, al menos la primera vez. Sentí envidia de esa ilusión; en cada cita ella estaba estrenando algo, y ya sabemos lo que nos gusta a las mujeres estrenar algo: un vestido, una barra de labios, un perfume, un restaurante, un vino delicioso que jamás había bebido, una amistad, un amor… Entonces decidí no ser menos y probar lo de las citas cibernéticas. Me creé un perfil en una famosa página de encuentros y empecé a jugar.
Hace mucho tiempo de todo aquello, pero aún hoy, mis circunstancias siguen siendo bastante parecidas. Llega un punto en el que los amigos se emparejan, se casan, tienen hijos, y ahí te quedas tú, oh! solterona, sola con tus circunstancias y más colgada que la mojama, que el jamón, la longaniza y toda una charcutería entera. Y cuando la gente tiene la vida más o menos hecha, resulta bastante complicado que aparezcan nuevas personas en tu camino.
Probé a apuntarme a cursos de idiomas sin demasiado éxito, pues por cuestiones de horarios fui a dar con un grupo de amas de casa que sentí poco tenían que aportarme. Eso sí, el curso lo pasé y con nota.  
A través de facebook recuperé algunas amistades de la infancia, comprobando cómo la mayoría de ellos habían sido arrastrados a esa vida estándar en la que no encajo de casamiento, tener hijos o hipotecas, pareciendo ser éste su único posible tema de conversación. Otros en cambio seguían exactamente igual, pero con 20 años más, lo cual resultaba aún más patético.
Intenté lo del gimnasio, pero jamás logré intercambiar una palabra con nadie más allá del uff- qué cansancio-qué calor- qué dolor, no puedo más.
Grupos de intercambio de idiomas, clases de yoga, citas de 7minutos, conciertos, conferencias, y varios intentos infructuosos más, sólo a través del cambio de trabajo conseguí hacerme con un pequeño grupo de nuevas amigas, valiosísimas, eso sí. Pero el príncipe azul se sigue resistiendo.
Mi madre me sugirió que fuera a hacer la compra a El Corte Inglés, porque leyó no sé dónde (sus fuentes son siempre así de fidedignas) que a última hora de la tarde, el perfil del comprador de los supermercados de El Corte Inglés es un hombre independiente, trabajador, de alto nivel adquisitivo, y según ella lo de averiguar si el tipo es soltero o no, es sólo cuestión de fijarse en lo que compra. A saber: nada de paquetes ahorro familiares, mucho congelado, y mejor si le ves sin lista de la compra, porque si no tiene pareja, lo más seguro es que se la haya hecho su madre, lo cual es aún peor. Aún no me he atrevido a probar, pero sí que me he imaginado las distintas excusas que podría utilizar para acercarme al candidato, desde el choque “accidental” de carros, a pedir opinión sobre un vino, o el socorrido perdona puedes alcanzarme esto y ya que estás me dejas tu teléfono. Todo muy peliculero.
Así que tuve que retomar lo del portal de ligoteos, que no hay cosa más mala que un jamón, una mojama o una longaniza revenía, y a consecuencia de mis experiencias, decidí modificar el perfil inocente que creé hace años, abierta por entonces a conocer a cualquiera que tuviera algo que aportarme (como Leticia Sabater que dice que sólo quiere que la quieran), hasta  convertirlo en toda una lista de exigencias para con el candidato, que una ya tiene una edad y está harta de tonterías. La perfecta lista de la compra de un producto tan exclusivo que me temo no encontraré ni en la sección gourmet de El Corte Inglés, oiga. Pero a cabezota y exigente no me gana nadie, y esta pata negra sólo puede maridar con un alguien estupendo. Que para eso está internet, ofreciéndote un amplio abanico de mercantilización de sentimientos, un supermercado donde sabes que todo el producto está a la venta y sólo tienes que elegir, donde las opciones pasan por el amor para toda la vida, el polvo ocasional, el amigo pagafantas o el follamigo, y tú sólo tienes que decidir cuánto quieres invertir.

Yo me he convertido en toda una experta buscadora de compañía. Solo que aquí en el proceso de compra y prueba, no suelen devolverte lo invertido si no te gusta el producto elegido. Y tampoco hay hoja de reclamaciones.
 

10 comentarios:

  1. Esta entrada es e-nor-me.

    plas plas plas

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  2. XDDDDDDDDDDDDDDDDDDD, para el Corte Inglés me voy!!! jajajajajajajaja

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    1. Oye, pues ya contarás qué tal la experiencia y tu táctica!

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  3. Asi os va... si lo principal que buscais en un hombre es que tenga buen poder adquisitivo, asi os va...

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    1. Creo que no has debido captar mi ironía, señor anónimo. A mí desde luego no me preocupa el poder adquisitivo de un futurible, mientras tenga para sus pipas, pero a mi madre se ve que sí.

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    2. Lo de que las mujeres solo queremos dinero es la excusa fácil de los..... en fin, mejor dejarlo :(

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    3. Y lo de que los hombres solo queremos sexo y no queremos comprometernos es la excusa facil de las... en fin, mejor dejarlo ;)

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    4. ¿Y por qué no os explicáis los dos en vez de dejarlo?

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    5. Eso, que aquí una se ha quedado con la intriga...

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    6. Jajaja, casi un año más tarde, creo que tendremos que inventarnos el desenlace nosotras.

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